5.11.08

Un perro porteño

Me buscaba
entre las extremidades
que había olvidado sobre mi cuerpo.
Mi mano derecha
mostraba un círculo perfecto,
sin piel y diminuto.
Por él caminaban insectos
que salían y entraban
de la cueva epidérmica;
yo introducía un dedo
y los aplastaba
uno por uno
contra la carne de mi palma.
Luego, con la ayuda del pulgar
extraía sus cuerpos llanos,
sin vida,
y los miraba con extrañeza.
Mi pierna izquierda
presentaba un principio
de elefantiasis,
los flancos inflamados
hundían al hueso
en una oscuridad tenue.
Yo estaba maravillado
y con una leve congoja.
Algo estiraba uno de mis párpados
hacia un costado de mi cara
y un horizonte cortaba
su brillo en mi pupila.
Tengo la curiosa suerte
(o misteriosa desgracia)
de jamás soñar con espejos.

2.11.08

Vladimir Maïakovsky - Amo (fragmento)



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Por lo general es así


Cada nacido viene dotado de amor,
pero el trabajo,
las ganancias,
en fin, todo eso,
terminan por secar el suelo amoroso.
El corazón lleva puesto el cuerpo,
el cuerpo la camisa.
Pero no es suficiente.
Alguien
estupidamente
se ponía puños falsos
y se regaba las pecheras con almidón.
Al envejecer se cambia de opinión.
El hombre gira como un molino
de acuerdo al método de Müller.
La mujer se maquilla.
El cuerpo se llena de arrugas.
El amor florece,
florece
y se marchita.