30.7.08

El enemigo - Nelly Candegabe

Avanza como el aire
entre los tamarices.
Destruye la quietud de los ríos.
Siembra abismos en la noche
llena de árboles quebrados.
Corrompe la piel dulce de los campos.
Está detrás de mi sombra.
Cohabita con mi sueño.
Soy yo misma.

29.7.08

Preludio del sueño eterno

El preludio del sueño,
la hojarasca como tapiz
ungido en tonos marmóreos y grises.
Ausentes las palomas de su campo de plomo azul,
escondidas entre el plumaje muerto de los árboles;
la plaza sedienta de arrullos y flores
abre sus dedos al velo de la noche.
El cielo desilachado
se enreda en las pestañas.
Una negra estrella
se dibuja en la circunsferencia clara
que muestra la oquedad del párpado.
El astro se extiende y desaparece
en lo ínfimo,
en el inexorable quiebre del ahora.
Las aves de piedra continúan en silencio
y sueñan con un hombre
que las mira y sucumbe.

23.7.08

Velo

Velo por el llanto
que en el cuarto garúa
y las reminisencias
del sueño enterrado
donde vimos la noche
creada por el gorrión
fecundo de presente
y mágicos arrullos.

Velo por los albores
de melancólico rubor
y hacedores de sombra
que relamen en soledad
los azares relegados,
por la desidia cabal
que me ha embriagado
y arengó por tu partida.

Velo por las impaciencias
de este hoy ahora
y ese recrearte instintivo
que la ausencia bien logra,
por el escenario de goces
que nadie ha pisado
desde el canto lúgubre
del ave oscura y final.

Velo por dejar de padecer
ese cuadro perfecto
que condena al sueño
a una cajita de música
donde suenan melopeas
embriagadas de gorrión
que, al no verte conmigo,
olvidarán su dulce danza.

Velo por la cruda sed
que por entero cesará
al sentir la suave brisa
que alentarán la puertas
y su abrir de par en par
más el verte a vos detrás.
Los destellos me dirán
que no quedé dormido.

19.7.08

Ya es de noche

Ya es de noche,
las pinceladas de la tarde
se han escondido en los faros
que se postran arriba mío.
Ya es de noche
y los ojos se abren
como dos lunas desnudas
de delicada quietud.
Ya es de noche
y la marea de luz
se resuelve en el chasquido
que un fósforo pregona.
Ya es de noche
y las estrellas florecen
sabiendo que son flores
de eterna primavera.
Ya es de noche,
las baldosas cantan
sobre todos esos pies
que acarician sus cabezas.
Ya es de noche
y la soledad del día
ha cubierto de silencio
a su nueva companía.

Fragmentos para sobrevivir al eterno domingo

Por mi inocente pregunta,
dos relojes disonantes
mantienen una discusión infinita.

**

Estrellé mi nave de hojas.
El cenicero cristalino sonrió
al darle estrellas y universo.
Luces dispersas hubo sobre su cuerpo
hasta la sentencia final del viento.

**

Las oquedades del alba
rugen su venganza
cuando el sol exangüe
baja su amplia guarda
de sabor ceniciento.

**

Su sombra fue un gorrión de hueso
obstinado en cantar al unísono del cisne.

**

Tras los pasos de la muerte,
un niño mordía su sombra.

**

La hoja,
transustanciada
en gorrión
cantó
junto al viento
y la noche
y un pájaro
que pedía
no morir
solo.

**

Destruyamos la poesía,
cada una de sus letras
y libremos el aire,
esos miles de gorriones
de pluma que inventamos.

14.7.08

El destino de los héroes

Al franquear las magníficas puertas del santuario, el calor sofocante que cubría la tierra délfica fue apaciguado por acción en aparencia divina (y es extraño pensar que el dios Sol se ausente en su propia morada), permitiéndole a Ulises disfrutar por vez primera del aire dulce que cubre el desierto vacío. El rey de Ítaca, asombrado por la bruma solemne que lo envolvía, escuchó un nimio suspiro proveniente del fondo obscuro del templo. Cuando su mirada empezó a acostumbrarse a la falta de luz, pudo divisar las formas laxas y carnales que contenían la escencia del dios. La pitonisa, de rodillas, balbuceaba una plegaria al dios Apolo en tonos muy bajos, coqueteando por momentos con el silencio. Ulíses se acercó a la anfitriona del oráculo e infló su pecho con el heróico ahínco que caracteriza a los seres supremos. - ¡Mensajera de Apolo! ¡Pitonisa sagrada cual luz ígnea que Zeus tonante envía con su rayo! Si digno soy de ello, te pido que contestes mi pregunta. Si acaso todo lo puedes ver, saber y comunicar con tus sabios signos, suplico que me respondas lo siguiente ¿Nuestro próximo triunfo sobre Troya será gracias a las manos divinas del monte Ida o a aquellas que, cubiertas de sangre y sudor, arranquen el alma de cada troyano que procure combatirnos? El silencio se hizo dueño del santuario. La pitonisa se mantuvo quieta, de rodillas y con la cabeza gacha. Lentamente enderezó su cuello, fijó su mirada en los augustos ojos de Ulises y dijo: -Esa duda será tu victoria y también tu suplicio. Al escuchar la respuesta, Ulises, confundido, le dió la espalda y se marchó lentamente del santuario sin confrontarla ni agradecerle.

13.7.08

Intermezzo

Y sentí la brisa
suavemente,
el rubor de las hojas
en las ventanas del ayer.
Y luego del respiro,
suavemente
pude despertar.

Abandono

Desde un sueño fui advertido
por un grito anónimo parecido al trueno
sobre lo que mis ojos vieron siempre,
sin ver más que un punto ciego.
El tazón del café está vacio
y ninguno de los dos pudo advertir
la cruda herida que padecía añeja
en el gaznate de nuestros albores.
Las persianas no se abren
y la luz se filtra por sueños íntimos;
no preguntamos dónde están nuestras mejillas
cuando se apagan las armas del pudor
ni cuál será la hora entre los mil relojes
que rozan exangües números dispares.
Han cesado los cambios del hogar,
los ruidos y las noches de luna,
todo muta en amargo ceniciento,
en cadenas que pueden callar
las voces ígneas del puño cerrado.
Ya no hablamos de abedules
ni trazamos las líneas del futuro patio,
abandonamos las glotonerías de cama
por el insípido jugo del sabor ajeno.
El televisor huele a simbiósis,
heterogénea pero sin quebrarse,
incapaz de lacerar mi despecho
al mudarlo de imagen con dedos de rama.
Desde el cuarto escucho tu grito
que la resonancia hermética amplía;
ignoro si va dirigido al teléfono negro
o si es un soliloquio que el abandono
debe extirparse desde la soledad oscura.
¿Cómo conciliar el sueño ahora
si, ya despierto, me susurra que no ha mentido?