Me buscaba
entre las extremidades
que había olvidado sobre mi cuerpo.
Mi mano derecha
mostraba un círculo perfecto,
sin piel y diminuto.
Por él caminaban insectos
que salían y entraban
de la cueva epidérmica;
yo introducía un dedo
y los aplastaba
uno por uno
contra la carne de mi palma.
Luego, con la ayuda del pulgar
extraía sus cuerpos llanos,
sin vida,
y los miraba con extrañeza.
Mi pierna izquierda
presentaba un principio
de elefantiasis,
los flancos inflamados
hundían al hueso
en una oscuridad tenue.
Yo estaba maravillado
y con una leve congoja.
Algo estiraba uno de mis párpados
hacia un costado de mi cara
y un horizonte cortaba
su brillo en mi pupila.
Tengo la curiosa suerte
(o misteriosa desgracia)
de jamás soñar con espejos.
5.11.08
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3 comentarios:
Es usted bello.
Señorito queridisimo, todo mi post reciente me hace acordar a vos, Norte, Aristimuño...
Mañana nos vemos las caras nuevamente! :)
Mirá, Valentín, no te hagas el guapo conmigo eh...jaja me hiciste reir con lo que me firmaste. Igual a mi me parece que ya me cansé de escribirte siempre en el mismo post, sera hora de que vos escribas algo...quien es el poeta en esta historia? No quisiera que usaras todo tu potencial de literato en conquistar mujeres en fiestas solamente...
Y derepente me pinta el amor y te digo que te quiero, jaja.
Nos vemos en estos dias!!!
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