12.2.08

Efímera

Fuiste tan pasajera, ya olvidé tu voz. Han quedado en mí el recuerdo de brisas naturales de algún verano torrencial que sufrí en la infancia; el perfume que ayer usaste, en absoluto. Sin embargo, estaba tan feliz ayer por haberte recorrido, por inventarte en una fantasía y hacerte a mi antojo, moldeandote como a una Venus de fango fresco. Me sentía inmensamente aliviado al apreciar el botonito que colgaba de tu oido y se enredaba en tu pelo, imaginando que podría abrocharlo en mi camisa para que mis latidos formen parte de los tuyos. Fue todo tan efímero, como un chasquido perdido en algún desierto blanco, como una vida dentro de mi vida. Cuando franqueste la puerta de tu casa, separándo así nuestras existencias, olvidé enteramente toda nuestras palabras, tus sonrisas, tus zapatos. Conservo el resabio de pensamientos gastados, usados y antiguos. Algo en mí había funcionado esas horas, pero la distancia de nuestras voces hizo que todo acabe en ese instante. Fuiste un soplido, un viaje en colectivo interino, y sin embargo, sin recordarte, no te olvido.

Octubre 2007

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