31.1.08

Karma

En tu mano comía tieso
como un gorrión enjaulado,
el viento me hizo a un lado
y me eché a vivir el cielo.
Conocí nubes diáfanas
que elevaban la tormenta,
la que en tus ojos alimenta
el deseo de las sábanas.
Me buscaste con violencia,
por luceros de la noche
encontrando mi reproche
en el hueco de mi ausencia.
Al extrañarme, gritaste
mi nombre desde lo bajo,
ya tu grito no me atrajo
y volé sin responderte.
El hado quiso enseñarte
el valor de lo que es propio,
que no creas que el oprobio
está lejos de tu suerte.
Ves, hoy miro yo de arriba
desde el ápice soleado
cómo comen de tu mano
los gusanos, mi saliva.

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