El verbo condicional
que conjugo en tu boca
es el canto
de mi sueño ciego.
Es la noche
que los días recorta
la que pide sin mutarse
el deseo de tu encierro.
En el vuelo de raíces
se exacerba la ambición
por los grillos y las gotas
que se alzan al primer vuelo
que mi sexo les susurra.
Y es tanta la lozanía del gesto
que se vuelve radical
en la negrura,
en el beso que en tu boca
ha muerto,
en los bosques que silencian
tu descanso.
Es el frío de los ríos
el que lleva mi relato
y el flucutar de sus aguas
es quien pide tu desato.
Duerme hasta mi noche póstuma,
hasta el corte de mi canto,
ten mis brazos como tumba
y mi llanto como manto.
24.1.08
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